Más Allá del Monstruo del Ego: La Plenitud del Ser
- KAVINDRA SERAPHIS

- 19 mar
- 4 Min. de lectura
El ser humano, en su estado ordinario de existencia, vive bajo el dominio de un monstruo que lo mantiene atrapado en la ilusión: su pensamiento egoico. Este ego, que se percibe a sí mismo como una identidad separada, teme su propia disolución y, por ello, se aferra desesperadamente a la conceptualización mental, construyendo todo tipo de barreras intelectuales para evitar la experiencia directa de la realidad absoluta. Mientras la iluminación espiritual no sea alcanzada, la autorrealización del ser permanecerá oculta tras el velo de la mente condicionada.
El Miedo del Ego y la Negación de la Verdad
La mente egoica teme su aniquilación, pues su existencia depende de la identificación con los pensamientos, los recuerdos y las creencias acumuladas. Cada concepto que el ego adopta como verdad no es más que un refugio que construye para evitar confrontar su propia irrealidad. Por eso, niega cualquier referencia directa a la conciencia absoluta del ser, tratando de reducirla a un mero concepto filosófico o a una abstracción intelectual sin vida.
El ego rechaza la posibilidad de la autorrealización porque esta implica su disolución. Mientras se permanezca identificado con el pensamiento, la verdadera experiencia del ser pleno seguirá siendo inaccesible. El ego genera dudas, escepticismo y razonamientos interminables precisamente para evitar que la conciencia trascienda la ilusión de la separación y se establezca en su verdadera naturaleza.
La Ilusión del Pensamiento y la Necesidad de su Trascendencia
El pensamiento, aunque útil en la vida cotidiana, se convierte en un obstáculo cuando se toma como la única forma válida de conocer la realidad. La verdad última no es un concepto, ni puede ser alcanzada a través de la lógica o el análisis intelectual. Solo a través de la experiencia directa es posible acceder a la conciencia absoluta del ser, donde no hay espacio para la fragmentación ni para las distorsiones del ego.
Por esta razón, todo intento de comprender la realidad absoluta desde el pensamiento conceptual está destinado al fracaso. La mente racional solo puede operar dentro de los límites de la dualidad, separando sujeto y objeto, interior y exterior, antes y después. Pero la conciencia absoluta no es algo que se pueda analizar o definir; es una experiencia viva, una plenitud inagotable que no puede ser contenida en ninguna teoría ni sistema filosófico.
Matar al Ego: El Camino hacia la Liberación Absoluta
Para alcanzar la liberación, es necesario trascender el dominio del ego. Esto no significa suprimir el pensamiento ni eliminar la individualidad, sino desidentificarse de la falsa idea de un “yo” separado y autónomo. El verdadero ser no es un pensamiento, sino una presencia viva y radiante que trasciende toda limitación mental.
Matar al ego no implica una lucha contra la mente, sino el reconocimiento de su verdadera naturaleza ilusoria. La conciencia absoluta del ser no se encuentra en el futuro ni es el resultado de un proceso intelectual; es la realidad subyacente que siempre ha estado presente, pero que ha sido oscurecida por el velo del pensamiento condicionado.
Cuando el ego es trascendido, el ser se sitúa en su estado natural de plenitud y libertad absoluta. No hay conflicto, no hay resistencia, solo un flujo constante de paz, gozo y dicha infinita. La autorrealización no es una adquisición, sino el reconocimiento de lo que ya es.
Viviendo en la Plenitud del Ser
La verdadera libertad no es un concepto, sino un estado de ser. Quien se libera del ego no se disuelve en la nada, sino que despierta a la realidad de su propia existencia ilimitada. La conciencia absoluta del ser no es un vacío sin atributos, sino plenitud, amor y dicha incondicionada.
Vivir en este estado significa estar en armonía con la totalidad, sin la necesidad de aferrarse a pensamientos, ideologías o creencias. La mente ya no es un enemigo, sino una herramienta en servicio de la verdad. No hay miedo, porque no hay nada que perder; no hay lucha, porque todo es comprendido desde la unidad.
El pensamiento egoico es el mayor obstáculo para la autorrealización, pero también es una ilusión que puede ser trascendida. Mientras se viva bajo su dominio, la realidad última será negada y reemplazada por conceptos e ideas sin vida. La única forma de conocer la verdad es experimentarla directamente, más allá de toda conceptualización mental.
Matar al ego es el acto supremo de liberación. Es el retorno a la conciencia absoluta del ser, donde no hay separación, ni sufrimiento, ni duda. En este estado, solo existe la paz infinita, el gozo inquebrantable y la plenitud eterna. Quien trasciende el pensamiento egoico no se pierde, sino que se encuentra a sí mismo en su verdadera naturaleza, libre y autorrealizado, en el corazón mismo de la existencia.
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