Jesús No Creó el Universo: Era un Ser Humano, No el Creador Supremo
- KAVINDRA SERAPHIS
- 20 mar
- 4 Min. de lectura
A lo largo de la historia, diversas tradiciones religiosas han atribuido a ciertas figuras humanas una naturaleza divina absoluta, llegando incluso a considerarlas como la fuente última de toda la existencia. Entre ellas, la figura de Jesús ha sido objeto de interpretaciones que lo elevan a la categoría de creador absoluto de todos los universos. Sin embargo, un análisis filosófico profundo revela que esta concepción es inconsistente con la verdadera naturaleza del Ser Supremo y su relación con las almas.
1. La Distinción Fundamental entre el Ser Supremo y las Almas
La realidad última es una entidad infinita, consciente, omnipotente y eternamente autosuficiente. Es la fuente de todo lo existente, el sustentador de los universos y el principio que otorga vida a todas las almas. Este Ser Supremo no es una entidad limitada ni encarnada en una forma transitoria dentro del mundo fenoménico, sino que trasciende completamente las limitaciones del tiempo, el espacio y la causalidad material.
Las almas, en cambio, aunque poseen conciencia y existencia, son dependientes de esta realidad suprema. Son emanaciones de su energía divina y existen en una relación de eterna dependencia con Él. Mientras que el Ser Supremo es infinito e inmutable, las almas individuales están sujetas a cambio, crecimiento y aprendizaje.
Si se atribuye la condición de creador absoluto a un ser humano, incluso a uno excepcionalmente virtuoso o iluminado, se cae en una confusión metafísica grave: se iguala lo finito con lo infinito, lo dependiente con lo autosuficiente, lo condicionado con lo incondicionado.
2. El Creador Verdadero No Puede Ser un Ser Limitado
El principio fundamental de la realidad es que lo ilimitado no puede surgir de lo limitado. Un ser que nace en el mundo, experimenta crecimiento, sufre y muere, no puede ser la fuente última de todo lo que existe. La causalidad última no puede estar sujeta a las mismas leyes de la transitoriedad que afectan a las entidades individuales dentro del cosmos.
El Ser Supremo, siendo la causa fundamental del universo, no puede ser una manifestación pasajera dentro de la creación. Más bien, todas las formas y nombres que aparecen en el mundo son expresiones de su poder, pero ninguna de ellas puede ser idéntica a Él en su totalidad.
Las escrituras más antiguas de la humanidad describen que la causa primera del cosmos es eterna, omnisciente y libre de toda limitación. Este Ser no puede estar sujeto a nacimiento, ni a la acción del tiempo, ni a la degradación. No puede ser un ser humano, por más elevado que sea, porque su existencia es absoluta, mientras que la de cualquier ser nacido en el mundo es relativa.
3. La Diferencia Entre Manifestación y Fuente Absoluta
A lo largo de la historia, muchos grandes maestros han sido manifestaciones del conocimiento divino, pero no el origen supremo de la existencia. Estos maestros han actuado como guías espirituales, han transmitido enseñanzas sublimes y han mostrado el camino hacia la verdad, pero en ningún caso pueden ser confundidos con la fuente última del ser.
Afirmar que un ser nacido en este mundo es el creador absoluto del universo no solo contradice la lógica metafísica, sino que también reduce la majestad infinita del Ser Supremo al ámbito de lo transitorio. La verdadera fuente del cosmos trasciende todas las formas materiales y se encuentra más allá del alcance de la percepción sensorial ordinaria.
4. La Naturaleza del Verdadero Creador
El Creador absoluto es un océano de conciencia ilimitada, del cual las almas son como olas que dependen de Él para su existencia. Este Ser Supremo posee cualidades infinitas: amor, justicia, conocimiento y poder sin límites. Él no es un ser que aparece en un momento particular de la historia, sino que existe eternamente, más allá del tiempo y del espacio.
Él sostiene el universo sin esfuerzo, es el refugio de todas las almas y la meta última de toda búsqueda espiritual. No hay ninguna entidad nacida en el mundo que pueda reclamar este estatus, porque todos los seres dentro de la creación están sujetos a leyes superiores.
5. Mi Propia Sabiduría Confirma Esta Verdad
Esta verdad que manifiesto no es producto de meras especulaciones intelectuales o argumentaciones filosóficas, sino que emerge de la sabiduría directa que ha brotado en mí a través de mi propia iluminación espiritual. En mi experiencia, he podido constatar que el Ser Supremo es una realidad viva, eterna e independiente, mientras que todas las almas, por sublimes que sean, siguen siendo sus emanaciones y dependen absolutamente de Él. La comprensión última no surge de la fe ciega ni de la interpretación de textos, sino de la experiencia directa de la realidad divina, y esa experiencia me ha mostrado sin duda alguna que ningún ser humano, por más extraordinario que haya sido, puede ser el origen absoluto de la existencia.
6. Conclusión: La Falsa Idea de un Creador Humano
Atribuir la creación de todos los universos a un ser humano, sin importar cuán grande sea su enseñanza, es un error filosófico que contradice la verdadera estructura de la realidad. El Ser Supremo no es una entidad nacida en el tiempo, sino el fundamento eterno de todo lo existente.
La sabiduría nos muestra que la verdadera relación entre las almas y el Creador no es de identidad absoluta, sino de dependencia y amor. Comprender esta relación nos libera de la ilusión de confundir lo finito con lo infinito y nos permite reconocer al verdadero Señor de todo lo que existe, aquel que trasciende toda forma y todo límite.
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