El Silencio que Sostiene la Obra
- KAVINDRA SERAPHIS

- 27 jul
- 2 Min. de lectura
Mensaje para el Alma
La verdadera creación no nace del deseo de ser visto ni del miedo a no lograrlo. Surge del silencio interno donde ya no se persigue nada. Desde ahí, la obra no es esfuerzo, sino manifestación inevitable.
El ego quiere resultados inmediatos. Mide el valor de la obra por su aceptación. Esa distorsión debilita la raíz. Si lo creado depende del reconocimiento externo, deja de ser auténtico y se vuelve mercancía para calmar una inseguridad.
La conciencia no necesita aprobación. Su impulso es puro. Crea porque existe, no porque falta algo. Desde ese centro, toda acción es limpia, toda manifestación es verdadera. Nada sobra. Nada falta.
Actuar desde esa claridad requiere firmeza. El impulso de controlar, acelerar o forzar el proceso es fuerte. Pero ceder ante esa urgencia es negar la verdad que ya se conoce. La ansiedad por lograr debilita la fuente y fragmenta el propósito.
No se trata de rechazar la acción, sino de sostenerla desde la quietud. Mostrar la obra, planificar, conectar, vender, todo es válido si nace de la fidelidad a lo esencial. Cuando se actúa desde la plenitud, el resultado deja de ser una amenaza o una necesidad.
El drama surge cuando la necesidad se convierte en identidad. Se busca vender, ser validado, triunfar, como si en ello estuviera el sentido. Pero el sentido no está afuera. Si la raíz es firme, el fruto llegará sin deformar la esencia.
Persistir sin aferrarse es el camino. La constancia no es lucha. Es coherencia. La fidelidad no es obstinación. Es presencia lúcida. El equilibrio entre aceptar el ritmo de la vida y actuar con disciplina es la prueba más alta de madurez espiritual.
La ausencia de resultados inmediatos no es señal de error. Es parte del proceso. La autenticidad no grita. No se impone. Se arraiga. Se despliega. Quien no espera, no desespera.
Mostrar la obra no es vanidad si se hace sin perder la raíz. Vender no es traición si se sostiene la pureza. Lo espiritual no está en la forma de lo que se hace, sino en la conciencia desde donde se actúa.
Toda búsqueda de atajo revela una desconfianza en la verdad. Pero esa verdad no necesita defensa. Solo necesita ser vivida. La vida responde cuando se actúa desde lo real.
No se requiere más confirmación que la paz interna. Desde ahí, toda estrategia es válida y toda espera es fecunda. Cada paso consciente edifica una obra que no se derrumba ante la mirada ajena ni ante la ausencia de aplausos.
No es tiempo lo que falta. Es entrega sin distorsión. El miedo no resiste la claridad. El cansancio no destruye la raíz si esta ha sido regada con verdad. El reconocimiento externo solo confirma lo que ya era.
Este ensayo está inspirado en mi obra espiritual Despertar de la Conciencia Absoluta, disponible en Amazon.




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