El Latido Oculto del Cosmos
- KAVINDRA SERAPHIS

- 30 may
- 2 Min. de lectura
MENSAJE PARA EL ALMA
Todo está conectado. Pero no de la manera en que lo imagina el pensamiento. No es una red de causas ni una cadena de efectos. Es una presencia simultánea que canta en todas las formas. Como un fuego sin centro que arde en cada chispa. Como un océano que se refleja entero en cada gota. No hay partes separadas. No hay afuera ni adentro. Solo hay unidad que se manifiesta en la diversidad.
Esta verdad —tan simple, tan elusiva— es la llave oculta tras todas las búsquedas. Porque todo lo que existe, desde el número hasta el néctar, desde un sistema filosófico hasta el llanto de un niño, desde una galaxia espiral hasta el pliegue más íntimo de un sueño, es expresión de lo mismo. No hay saber humano, no hay arte, no hay ciencia ni mística que no surja de esa raíz indivisible: lo real.
El mundo parece estar fragmentado: cuerpo y alma, razón y emoción, ciencia y espiritualidad, oriente y occidente, tú y yo. Pero esas divisiones no existen más allá de la mente que las nombra. Son líneas trazadas en la arena por ojos que han olvidado el mar. La física cuántica lo sugiere, la poesía lo canta, los místicos lo ven: la aparente multiplicidad es una danza de un solo ser, que se descompone en formas para volver a encontrarse.
Toda partícula es un gesto de totalidad. Cada método, un espejo. Cada lenguaje, un eco. Así como el árbol entero ya está en la semilla, así también el infinito vibra en lo ínfimo. Las ciencias, las artes, las religiones y hasta los errores del pensamiento no son más que expresiones de esa misma pulsación: la vida que se reconoce en su despliegue. Una sinfonía oculta, un latido que sostiene la forma sin ser forma, que habita el tiempo sin estar en él.
El observador y lo observado, la fórmula y la flor, el átomo y la estrella, son rostros de la misma sustancia. Como una sola melodía que se desdobla en infinitos instrumentos, como un solo sol que enciende todos los espejos. Nada está realmente separado. Todo se refleja. Todo se entreteje. Lo que parece ajeno es parte de usted, y lo que parece usted es parte del todo. Esta no es una metáfora: es una certeza vibrante que transforma el modo de vivir, de mirar, de amar.
Comprender esto no requiere acumular más datos, sino ver con otros ojos. Reunir las partes para intuir el todo. Escuchar el silencio entre los conceptos. Allí, donde no hay nombre, comienza la verdad. Porque no es el contenido lo que revela, sino la luz que lo atraviesa. Como dijo Blake: ver el mundo en un grano de arena. Esa es la verdadera visión: no añadir, sino ver a través.
Y es justamente esa visión la que ha inspirado mi obra LA ILUMINACIÓN ESPIRITUAL. Un texto que no busca enseñar, sino disolver. Una guía que no traza caminos, sino que revela la presencia que ya es. Lo que aquí ha escuchado es apenas un fragmento, una chispa del fuego que arde en esas páginas. Si algo resonó en su interior, encontrará mucho más en mi libro que está en AMAZON.




Comentarios